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La captura del pirata Barbanegra en 1718, mostrando la batalla entre Barbanegra y el teniente Maynard en la bahía de Ocracoke Bay (1920), por Jean Leon Gerome Ferris (1863-1930). Edward Teach (1680-1718), más conocido como «Barbanegra», es sin duda uno de los máximos exponentes e iconos de la edad de oro de la piratería en el Caribe. Fuente: Wikimedia Commons.

El objetivo de este ensayo es estudiar quiénes eran estos piratas, cómo vivían, por qué elegían esta forma de vida frente a otras opciones legales, a qué se debió su éxito y cuáles fueron las medidas de los Estados para acabar con ellos. Para ello, en primer lugar, se hará un resumen de las diferentes etapas para intentar explicar a qué se debió esta explosión de la piratería y cómo lidiaron con ella las potencias europeas. A continuación, se expondrán las principales características de las sociedades de piratas, su forma de organizarse y sus métodos para obtener botín.

Auge y caída de la piratería en los siglos XVII y XVIII

El período de los bucaneros (1620-1683)

La primera fase de la edad de oro de la piratería estuvo protagonizada por los bucaneros: hombres, en su mayoría de origen francés que se dedicaban a cazar animales introducidos por los españoles en La Española y a hacer contrabando con su carne. Estos bucaneros se habían asociado mediante la creación alrededor de 1620 de la “Cofradía de los Hermanos de la Costa”, de principios igualitarios entre sus miembros. Los españoles acabaron expulsando a los bucaneros de La Española, por lo que se asentaron en Tortuga. Además de cazar, también solían atacar las naves y fortificaciones españolas, por lo que recibieron el apoyo de ingleses y franceses1.

Con el tiempo los bucaneros abandonaron Tortuga y se establecieron en Port Royal, Jamaica. Los ingleses finalmente se dieron cuenta de la amenaza que suponían los bucaneros no solo para los españoles, sino también para ellos mismos. En 1672, el nuevo gobernador de Jamaica inició una política de represión de la piratería, ofreciendo el perdón a aquellos bucaneros que dejasen el oficio voluntariamente2. Esto produjo una profunda decadencia de la piratería en el Atlántico, que se acentuó con la publicación de las Actas de Jamaica en 1683, que prohibían el comercio con piratas3.

La Ronda del Pirata (1680-1700)

Al complicarse las condiciones para los piratas en el Caribe, muchos de ellos decidieron buscar nuevas zonas para saquear. Los lugares elegidos fueron los océanos Índico y Pacífico, donde los europeos y otros poderes locales como el Imperio mogol no ejercían un control tan férreo sobre los mares. Estas nuevas rutas recibieron el nombre de “la Ronda del Pirata”4. La expedición que inauguró esta ruta fue la dirigida por Bartholomew Sharp en 1680. En este período cobró importancia Madagascar, que se convirtió en el nuevo refugio seguro de más de mil piratas5.

La mayoría de transeúntes de la Ronda del Pirata eran corsarios: personas que, si bien actuaban de un modo muy similar a los piratas, contaban con una autorización de la corona para atacar a piratas y a barcos de las potencias enemigas, incluidos los barcos musulmanes, que fueron las mayores víctimas de esta etapa. La Ronda del Pirata acabó declinando en los últimos años del siglo XVII por varios factores, como la oferta de perdón a todos los piratas que se arrepintieran, un mayor control de los mares por parte de las potencias europeas y el declive del comercio en el Índico y el Pacífico6.

La piratería tras la Guerra de Sucesión española (1715-1726)

El período comprendido entre 1715 y 1726 vivió un auténtico resurgir de la piratería, que alcanzó cotas aún más importantes que en los dos períodos anteriores. Esta fue la época en la que actuaron personajes como Barbanegra, Mary Read, Ann Bonny, Charles Vane, Sam Bellamy, o Bartholomew Roberts, entre muchos otros.

Durante la Guerra de Sucesión, el océano Atlántico se llenó de corsarios británicos, todos ellos al servicio de la Corona. Sin embargo, tras el final del conflicto estos ya no eran necesarios, por lo que muchos se quedaron sin trabajo. Durante la guerra la Armada Real dio empleo a unos 53 000 hombres, pero al finalizar esta despidió a unos 40 000. La única salida legal que tenían todos estos marineros era la marina mercante, pero el salario era mísero y las condiciones de trabajo horribles, por no mencionar los abusos a los que se veía expuesta la tripulación por parte de los capitanes, que durante mucho tiempo actuaron con casi total impunidad7.

Estos factores hicieron de la marina mercante una opción nada deseable, y la única alternativa para muchos era la piratería. En un solo asalto, cada miembro de una tripulación pirata podía llegar a ganar más de lo que ganaría un trabajador de la marina mercante en muchos años, por no hablar de la libertad de la que gozaban los piratas en comparación a los súbditos de la Corona8. A pesar de la constante amenaza de la horca, muchos marineros prefirieron tener una vida corta y buena que una larga viviendo en la miseria9. Se estima que entre 1716 y 1726 más de 4 000 piratas surcaron los mares, siendo la gran mayoría de ellos de origen británico10.

Por otra parte, en 1715 once barcos españoles cargados con mercancías salieron de América con destino a España. A finales de julio, se vieron sorprendidos por un huracán que provocó que tres de los barcos se hundieran y los otros ocho naufragaran en la costa de Florida. Esto provocó que el lugar se llenase rápidamente de saqueadores españoles y británicos (autorizados por el gobierno inglés) que buscaban recuperar todo lo posible del naufragio11.

Isla Tortuga

Dibujo de la isla Tortuga, siglo XVII, autor desconocido. Tortuga fue una de las principales bases piráticas durante la edad de oro de la piratería en el Caribe. Fuente: Wikimedia Commons.

Muchos piratas, liderados por Benjamin Hornigold, se establecieron Nasáu, en la isla de Nueva Providencia, que se convirtió en una auténtica colonia pirata que llegó a albergar a 700 de ellos. Llegaron incluso a proclamar una “república” pirata12. Aunque en principio la presencia de piratas incomodó a los colonos, no tardaron en apreciar las ventajas que suponía la actividad de estos para las colonias americanas. Los europeos habían restringido el comercio de las colonias de forma que solo podían comerciar legalmente con la metrópoli, que imponía precios abusivos. Sin embargo, los piratas en muchos casos se dedicaban a hacer contrabando con las mercancías que saqueaban a precios muy reducidos, por lo que frecuentemente recibieron el apoyo de la población local13.

La “república” de Nasáu causó muchos problemas al comercio internacional y las potencias europeas exigieron a Gran Bretaña que se encargase del asunto. Woodes Rogers fue nombrado gobernador de las Bahamas y fue enviado a Nasáu con una flota para acabar con la colonia pirata, a la que llegó en julio de 1718. En enero había ofrecido el perdón a todos los piratas que se entregaran y jurasen lealtad a la Corona. Algunos, como Charles Vane, no aceptaron la oferta y se enfrentaron a Rogers. La mayoría aceptó el perdón, aunque muchos, como Thatch y Rackam, volvieron a las andadas poco después. Solo unos pocos, entre ellos Hornigold, dejaron definitivamente la piratería14.

Tras la ocupación de Nasáu por Rogers, la piratería en el Atlántico inició una prolongada etapa de declive. Las potencias europeas ejercieron un control mayor control sobre los mares, se incrementó la persecución de la piratería y se prohibió el comercio con piratas bajo pena de muerte. Además, cada vez había menos botín que robar a los españoles. La piratería se fue convirtiendo en un modo de vida cada vez menos rentable y más peligroso. Sin un centro de operaciones seguro desde el que organizarse, los piratas se volvieron cada vez más violentos y menos cooperadores. La ejecución de Philip Lyne y William Fly en 1726 está considerada el final de la edad de oro de la piratería15.

Organización social de los piratas

Como muchos piratas habían sufrido abusos por los capitanes de la marina mercante, una de sus prioridades fue evitar que esta situación se repitiera en las tripulaciones piratas. La solución que hallaron fue organizarse mediante un sistema democrático en el que el capitán era elegido en una votación en la que participaban todos los miembros de la tripulación. Si esta lo deseaba, un capitán podía ser depuesto por cualquier motivo, por lo que los capitanes no podían excederse en sus actos. Por otra parte, los capitanes debían vivir en condiciones iguales o peores que el resto de la tripulación16.

Además, el capitán solo gozaba de un poder absoluto durante las batallas, cuando hacía falta un mando único que tomase decisiones rápidas. Para el día a día, los piratas también supieron implantar una eficaz separación de poderes mediante el nombramiento de suboficiales que ejercían funciones como repartir el botín o velar por una justa distribución de las provisiones. Esta organización política fue una de las claves del éxito de la piratería, ya que si los piratas no hubieran sido capaces de evitar la impunidad y una excesiva concentración de poder por parte del capitán, muchos habrían preferido no ejercer esta actividad, cuyas condiciones serían similares o incluso peores que en la marina mercante con el factor adicional de la amenaza de la horca17.

Para evitar conflictos internos, cada miembro de una tripulación debía firmar una serie de artículos que regulaban el comportamiento que se debía mantener en el barco, la forma en que se repartiría el botín o los castigos a los que se vería expuesto quien no cumpliera las normas, entre otros aspectos. Estas “constituciones”, entre las que destaca la de Bartholomew Roberts18, debían ser aprobadas de forma unánime por todos los miembros de la tripulación antes de ponerse a navegar19. Una vez en alta mar, todos los piratas empleaban métodos parecidos para atacar barcos españoles o británicos. En primer lugar, una vez avistaban una posible presa, se acercaban lo máximo posible sin levantar sospechas y fingiendo ser una nave del mismo país (para lo que contaban con un amplio surtido de banderas). Cuando se encontraban a una distancia desde la que la víctima no podía escapar, izaban la Jolly Roger20, una bandera negra o roja cuyo diseño era diferente para cada tripulación, aunque en general consistía en una calavera con dos huesos cruzados21.

barco pirata edad de oro de la piratería

Un barco pirata aborda un barco mercante, por Ambroise Louis Garneray (1783-1857). El navío atacante, ligero pero muy artillado, ondea la célebre bandera pirata Jolly Roger. Fuente: Wikimedia Commons

El objetivo de esta enseña era transmitirle a la tripulación atacada que si se resistía sería masacrada sin piedad, mientras que si se rendían se les perdonaría la vida. Por lo general, los piratas buscaban ejercer sus saqueos sin entablar combate. Esto se debe a que, de hacerlo, podían sufrir bajas además de dañar el barco enemigo y, por lo tanto, su botín22. De este modo, cuando abordaban un barco sin luchar maximizaban los beneficios y minimizaban los costes.

Los piratas no dudaban en recurrir a la tortura cuando pensaban que la tripulación había escondido parte del botín de un barco. Con esto no solo conseguían quebrantar cualquier resistencia, sino que se forjaban una reputación de barbarie y locura que haría más fácil la rendición de presas futuras, temerosas de lo que los piratas pudieran hacerles23.

Por otra parte, muchos piratas desarrollaron un llamativo sentido de “justicia”. Era frecuente que se torturara o asesinara a los capitanes que maltrataban a su tripulación. Sorprendentemente, en algunos casos incluso se llegaron a ofrecer recompensas aquellos capitanes que trataban bien a sus marineros. Muchos capitanes piratas se conocían y colaboraban frecuentemente24, por lo que también era frecuente la búsqueda de venganza contra aquellos que habían perjudicado a otros compañeros piratas: tras la ejecución en Boston de los supervivientes de la tripulación del capitán Sam Bellamy después de su naufragio, muchos piratas emprendieron acciones extremadamente violentas contra esta colonia, como la quema de las naves capturadas y la ejecución de todos los prisioneros de Nueva Inglaterra25.

Muchos negreros fueron víctimas de ataques piratas. Esto dejaba a los piratas la incógnita de qué hacer con los esclavos negros que iban en estos barcos. Se dieron situaciones muy variadas. Algunos capitanes no sabían cómo sacarles provecho y los devolvían a sus dueños, mientras que otros decidieron venderlos como si se tratase de una mercancía cualquiera. También hubo piratas que decidieron incorporarlos a sus propias tripulaciones, principalmente como hombres libres, ya que un esclavo podía volverse en su contra. Es posible que esta fuera la opción más generalizada, ya que se calcula que más de un 25% de la tripulación de los barcos piratas era de origen africano26.

Conclusión

La piratería fue el resultado de una mala gestión colonial por parte de las potencias europeas. Al no dedicar suficientes recursos al control de los mares que unían las colonias con la metrópoli, permitieron el florecimiento de importantes comunidades piratas que se aprovechaban del comercio colonial de forma parasitaria.

Por otra parte, la Corona británica fue responsable directa de la aparición de piratas al otorgar numerosas patentes de corso que llenaron los mares de corsarios, personas que no sabían nada más que atacar barcos. Gran Bretaña debería haber previsto que en algún momento todos estos corsarios podrían volverse contra ellos, como así sucedió cuando dejó a muchísimos de ellos sin empleo y sin otra alternativa satisfactoria que la piratería. El trato que se daba a los marineros de la marina mercante no hizo sino alejar a los antiguos corsarios de cualquier negocio legítimo.

Los piratas crearon una sociedad adelantada a su tiempo. Fueron capaces de ver el potencial que tenía el sistema democrático y la separación de poderes para el correcto funcionamiento de una sociedad mucho antes de la Revolución americana. Algunos incluso llegaron a incluir personas negras en sus tripulaciones con los mismos derechos que las blancas. No obstante, es necesario señalar que todo esto no se debe a que los piratas fueran unos idealistas revolucionarios: tenían la misma mentalidad que las demás personas de su tiempo; la diferencia radica en que los piratas adoptaron las medidas más eficaces para su modo de vida, haciendo gala de un gran pragmatismo más que de una ideología progresista.

Bibliografía

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  • — (2008), “Pirates, markets and imperial authority: economic aspects of maritime depredations in the Atlantic World, 1716–1726”, Global Crime, 9, pp. 52-65.
  • GOSSE, P. (1932), Historia de la Piratería, Renacimiento, Sevilla. Edición de 2008.
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  • KEMPE, M. (2016), “The Pirate Round: Globalized Sea Robbery and Self-Organizing Trans- Maritime Networks Around 1700” en C. ANTUNES y A. POLÓNIA (eds.), Beyond Empires: Global, Self-Organizing, Cross-Imperial Networks, 1500-1800, Brill, Leiden, pp. 138–159.
  • KONSTAM, A. (2002), The History of Pirates, Lyons Press, Guilford.
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  • — (2009), El garfio invisible: la economía oculta de los piratas, Innisfree, Sevilla.
  • MORENO ÁLVAREZ, L. G. (2007), “La piratería americana y su incidencia en el Nuevo Reino de Granada, siglos XVI-XVIII : un ensayo bibliográfico”, Fronteras de la historia, 12, pp. 373–404.
  • REDIKER, M. (1981), “‘Under the Banner of King Death’: The Social World of Anglo-American Pirates, 1716 to 1726”, The William and Mary Quarterly, 38, pp. 203–227.

Anexos

In an honest Service, there is thin Commons, low Wages, and hard Labour; in this, Plenty and Satiety, Pleasure and Ease, Liberty and Power; and who would not ballance Creditor on this Side, when all the Hazard that is run for it, at worst, is only a sour Look or two at choaking? No, A merry Life and a short one shall be my Motto.

Texto 1. Discurso del Capitán Bartholomew Roberts sobre la vida pirata, ca. 1722. Fuente: C. JOHNSON (1724), 272-273.

  1. Every Man has a Vote in Affairs of Moment; has equal Title to the fresh Provisions, or strong Liquors, at any Time seized, and may use them at pleasure, unless a Scarcity make it necessary, for the good of all, to Vote a
  2. Every Man to be called fairly in turn, by List, on Board of Prizes because, (over and above their proper Share,) they were on these Occasions allowed a Shift of Cloaths: But if they defrauded the Company to the Value of a Dollar in Plate, Jewels, or Money, MAROONING was their If the Robbery was only between one another, they contented themselves with slitting the Ears and Nose of him that was Guilty, and set him on Shore, not in an uninhabited Place, but somewhere, where he was sure to encounter Hardships.
  • No Person to Game at Cards or Dice for
  1. The Lights and Candles to be put out at eight o’Clock at Night: if any of the Crew, after that Hour still remained inclined for Drinking, they were to do it on the open
  2. To keep their Piece, Pistols, and Cutlash clean and fit for
  3. No Boy or Woman to be allowed amongst If any Man were found seducing any of the latter Sex, and carried her to Sea, disguised, he was to suffer Death;
  • To Desert the Ship or their Quarters in battle, was punished with Death or
  • No striking one another on Board, but every Man’s Quarrels to be ended on Shore, at Sword and
  1. No Man to talk of breaking up their Way of Living, till each had shared 1000 l. If in order to this, any Man should lose a Limb, or become a Cripple in their Service, he was to have 800 Dollars, out of the public Stock, and for lesser Hurts,
  2. The Captain and Quarter-Master to receive two Shares of a Prize: the Master, Boatswain, and Gunner, one Share and a half, and other Officers one and
  3. The Musicians to have Rest on the Sabbath Day, but the other six Days and Nights, none without special

Texto 2. Código de la tripulación de Bartholomew Roberts, ca. 1721. Fuente: C. JOHNSON (1724), 230-232.

Notas

  • 1 A. KONSTAM (2002), 93.
  • 2 L. G. MORENO ÁLVAREZ (2007), 384-385.
  • 3 K. E. LANE (1998), 126-127.
  • 4 M. KEMPE (2016), 139-142.
  • 5 A. KONSTAM (2002), 136-137.
  • 6 A. BIALUSCHEWSKI (2004), 169-173.
  • 7 P. T. LEESON (2007), 1058-1064.
  • 8 P. T. LEESON (2009), 10-15.
  • 9 V. Texto 1.
  • 10 M. REDIKER (1981), 205.
  • 11 A. BIALUSCHEWSKI (2008), 54-56.
  • 12 A. BIALUSCHEWSKI (2008), 55-56
  • 13 A. KONSTAM (2002), 97.
  • 14 A. BIALUSCHEWSKI (2008), 57-58.
  • 15 A. BIALUSCHEWSKI (2008), 59-65.
  • 16 P. T. LEESON (2007), 1064-1065.
  • 17 P. T. LEESON (2009), 28-36.
  • 18 V. Texto 2.
  • 19 C. LAND (2007), 179-180.
  • 20 P. T. LEESON (2009), 67-72.
  • 21 V. Figura 1.
  • 22 A. KONSTAM (2002), 100-103.
  • 23 P. T. LEESON (2009), 89-102.
  • 24 V. Figura 2.
  • 25 P. T. LEESON (2009), 102-110.
  • 26 P. T. LEESON (2009), 131-148.

Este artículo resultó finalista del IV Concurso de Microensayo Histórico Desperta Ferro. La documentación, veracidad y originalidad del artículo son responsabilidad única de su autor.

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